El 24 de agosto de 1949 toda la prensa del Movimiento (no había otra) transmitía la noticia de la visita a Corella que el día anterior había realizado la esposa del Dictador para cumplimentar diversos actos protocolarios, entre ellos la inuguración de un monumento "a los caídos de la Cruzada". "Un monumento espléndido, con soberbias escalinatas que conducen a una especie de colina donde aquél se levanta" escribía el centenario periódico navarro que ha apoyado todos los golpes de Estado que en España se han producido. Y añadía: "El Párroco pronunció un vibrante discurso cristiano y patriótico que se ovacionó". En otros medios se precisaba más el cariz de ese discurso: “(...) el monumento a los caídos de la Cruzada, que fué inaugurado con gran solemnidad, pronunciando con tal motivo un discurso el párroco de Corella, quien enalteció a los mártires de la guerra de Liberación, y dijo que Navarra volvería a intervenir en una cruzada, si ésta se produjese, ofreciéndose, en la persona de la esposa del Generalísimo, al Caudillo Franco”.
Desde hace más de 70 años resuena el eco de ese discurso en Corella, un discurso de exaltación del golpe de Estado y de la guerra civil, un discurso de exaltación de la Dictadura, de exaltación del fascismo, del nacionalcatolicismo (la variante española del nazismo), un discurso que expresa la voluntad permanente a recurrir a la violencia, a la misma violencia que se había generado a raíz de la insurrección contra la democracia en 1936 y un ofrecimiento, por tanto, que dice "yo mataré", "yo violaré", "yo torturaré".
Sólo hay una manera de acabar con el eco de ese discurso, como cualquier demócrata entiende, que es la desaparición de éste y de todos los símbolos del franquismo. No vale ninguna excusa. Verdad, Justicia, Reparación.
Desde hace más de 70 años resuena el eco de ese discurso en Corella, un discurso de exaltación del golpe de Estado y de la guerra civil, un discurso de exaltación de la Dictadura, de exaltación del fascismo, del nacionalcatolicismo (la variante española del nazismo), un discurso que expresa la voluntad permanente a recurrir a la violencia, a la misma violencia que se había generado a raíz de la insurrección contra la democracia en 1936 y un ofrecimiento, por tanto, que dice "yo mataré", "yo violaré", "yo torturaré".
Sólo hay una manera de acabar con el eco de ese discurso, como cualquier demócrata entiende, que es la desaparición de éste y de todos los símbolos del franquismo. No vale ninguna excusa. Verdad, Justicia, Reparación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.